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Plaza Aparicio Saravia

Celebrado guerrillero uruguayo (1856-1904), último de los grandes caudillos militares de nuestra historia que tuvo una decisiva influencia en la marcha de los acontecimientos políticos de fines del siglo pasado, y comienzos del presente. Criado y educado en el campo, a la muerte de su padre heredó una vasta extensión de tierras en su departamento natal de Cerro Largo. Acompañó a su hermano Gumersindo en la revolución federal riograndense de 1893, de la que éste fue uno de los jefes; su actuación en ella le mereció ser designado general en jefe de dicha revolución, a la muerte de Gumersindo acaecida en 1894.
Al término de aquélla, retornó al país, en 1895, pasando a residir en su estancia del Cordobés, de donde habrían de arrancarle los sucesos revolucionarios contra el gobierno del presidente D. Juan Idiarte Borda (1894-97).
Luego de un frustrado intento a fines de 1896, alzóse nuevamente en armas contra aquél, en marzo de 1897, actuando como jefe militar del «Partido Nacional» o «blanco», en coordinación con las fuerzas del coronel Diego Lamas -su jefe de Estado Mayor- quien había invadido el país desde la Argentina, por la costa de Colonia.
A la victoria revolucionaria de Tres Árboles (marzo 17), siguió la derrota de Arbolito (Ver Arbolito) y otros combates de menor importancia, en los que el triunfo favorecía alternativa mente a uno y otro bando.
Hasta que, el trágico fin del presidente Idiarte Borda (agosto 25 de 1897) y la consiguiente ascensión al ejercicio del Poder Ejecutivo del presidente del Senado, Sr. Cuestas, puso término a la lucha por la paz ajustada el 18 de setiembre de 1897.
Esta paz, al mismo tiempo que finalizaba la lucha armada, establecía la representación de las minorías, sentando el principio de la coparticipación de los partidos en el gobierno del país.
A raíz de discrepancias surgidas acerca del cumplimiento de la paz de setiembre de 1897, encendióse nuevamente la lucha en marzo de 1903, durante la presidencia de Batlle y Ordóñez, de inmediato finalizada por un nuevo pacto (marzo 22 de 1903), celebrado en Nico Pérez, entre los revolucionarios y el gobierno. Posteriores desinteligencias entre unos y otros, desencadenaron una nueva guerra civil, iniciada el 1º de enero de 1904. La guerra de 1904, puede decirse, fue un duelo entre dos hombres: Saravia y Batlle y Ordóñez; tras varios combates, favorables unos a los revolucionarios, y otros a las fuerzas gubernistas, se libró la batalla decisiva de Masoller (Ver Masoller), en setiembre 1º de 1904, donde fue mortalmente herido Saravia, poniéndose término a la lucha, pocos días más tarde, en la paz de Aceguá.
«La muerte de Aparicio Saravia -escribe Zum Felde- es una escena de tragedia antigua, de profunda fuerza emocional y portentoso colorido. Con él desaparece el último caudillo gaucho, árbitro e ídolo de las masas blancas, en quien estaba puesta la fe de su partido. Su silueta de recio hombre de campo, con el poncho blanco recorriendo las líneas al galope de su tordillo de guerra, es de efecto eléctrico para la masa; después de su muerte, el poncho blanco flota, como un simbólico sudario, en la evocación de aquel crepúsculo».