La actividad fue organizada por la Mesa de Ambiente del Municipio C, contó con la participación de las huertas comunitarias Misiones Verde, Plaza Nº 2, Plaza Nº 12, Las Duranas y Comisión Fomento Larrañaga.
El vecino Juan Seade, participante activo en las huertas del territorio, inició el encuentro con el discurso que transcribimos a continuación:
Este encuentro es el “Primer encuentro de Huertas Comunitarias del Mpio. C, José Manuel Pérez Castellano” y se conmemora en la Huerta Comunitaria de las Duranas.
Comentaremos brevemente porqué se llama así.
Haremos un esfuerzo para hablar de Pérez Castellano, cura y huertero, en pocos minutos. Más bien trataremos de despertar en cada una, en cada uno de Uds. la curiosidad de indagar quién fue este hombre nacido en 1743 y muerto a los 72 años en 1815.
Vivió por aquí cerca, en la margen derecha del Miguelete y su chacra, un verdadero campo experimental, iba del Miguelete al Pantanoso midiendo 650 metros de frente y una legua de fondo.
Quedaba frente a lo de su Abuelo, Felipe Pérez, donde aprendió desde pequeño las artes agrícolas. Se la compró a los 30 años de edad a un anciano ex esclavo que, a su vez, la heredó de su amo, otro sacerdote 1er Cura Párroco de la Catedral de Mdeo. Y durante 40 años fue y volvió de su casa en la Montevideo amurallada. Al ser expulsado de dicha ciudad amurallada por los invasores ingleses que vieron muy mal sus vínculos con los criollos, y sus salidas y entradas de la ciudad se refugió aquí. No le dieron tiempo para irse, debió salir con lo puesto y sin sus libros, cosa que lamentó mucho.
Sabemos que este cura estudió con los Jesuitas en la Universidad de Córdoba y cuando fueron expulsados los Jesuitas de América por la corona española en 1776 nuestro cura quedó enfrentado con las jerarquías eclesiásticas de Buenos Aires, por lo que fue impedido de ser Cura Párroco de la Catedral de Mdeo, que era su objetivo. Sólo predicó en parroquias de la campaña cuando lo llamaban. Entonces cultivó esta tierra pues debía ganarse la vida como cualquier vecino. Eligió hacerlo como hortelano, que era lo que sabía.
Supo transformar esta tierra en algo muy próspero. Frutales y hortalizas de todo tipo. Vacas, bueyes y caballos, gallinas, dulces, conservas, jabones y mucho más. Todo lo hace, lo estudia y documenta en fichas que va modificando con los años. Se hace traer frutales de Buenos Aires y los multiplica de variadas maneras.
Se asombra de la calidad de sus injertos, de las variedades que logra. Experimenta con las podas de los mismos. Por eso, el científico alemán Alberto Boerger, radicado en nuestro suelo y conocedor de su obra, dijo que fue el iniciador de la ciencia agropecuaria en el país.
Es de estas fichas que surge su obra más importante:
Observaciones sobre Agricultura del año 1814. Esta obra le fue pedida por el Cabildo de la Villa de Guadalupe, hoy Canelones, por encargo de Artigas “para sabiduría de futuros hortelanos”, como le hizo saber. Entusiasmado por el reconocimiento escribió esta gran obra contra reloj, entre 1813 y 1814, muriendo al año siguiente. Así vemos como Artigas, 20 años menor que él, no siendo cercano suyo pues Pérez Castellano era monárquico y fiel a Fernando VII, valora su experiencia y sabe que tiene para legar conocimientos valiosísimos para el bien común y que son vigentes aún hoy. Es su deber patriótico hacerlo, le dice.
Esta obra, Observaciones sobre Agricultura, fue librada al acceso público y se encuentra en archivo PDF de libre descarga. Esto fue iniciativa de la Dirección de la Biblioteca Nacional en 2014, a los 200 años de terminada y como homenaje a su autor.
Diremos para terminar que dice en su obra, “Nunca he dado por cierto, sino lo que afirmo, después de mis experiencias”. Y que mucho tiempo antes que Darwin, pero sin el rigor de éste, afirma que las especies se adaptan al medio, generando variedades. Lo estudia en animales y vegetales. Y dice que lo que es válido para la orilla del arroyo Miguelete, puede no serlo para otra región. Propone mejorar los suelos por el laboreo, añadiendo materia orgánica de origen animal o vegetal. Señala una y otra vez: estiércol de vaca o de caballo nutren muy bien el suelo, y maneja los rastrojos y podas enterrándolos, no los quema.
Escribe además otras crónicas de su época propias para mejorar la convivencia de entonces, sociales unas, políticas otras.
Para terminar, diremos que en su Testamento dona su biblioteca toda para la creación de una Biblioteca Nacional lo que será junto con la de su amigo Dámaso Antonio Larrañaga encargado de hacer efectivo su testamento, el comienzo de la Biblioteca Nacional que llega a nuestros días desde 1816.