Miguel Antonio Vilardebó comerciante y saladerista de Montevideo, había adquirido en abril de 1839 lo que constituyó su quinta del Reducto. A este lugar fueron trasladados los alienados mentales existentes en el Hospital de Caridad al llamado Asilo de Dementes.
En 1867 el gobernador provisorio de la República, Gral. Venancio Flores, había colocado la piedra fundamental del nuevo edificio para el Asilo de Dementes en la quinta que fuera propiedad del catalán Vilardebó. La construcción quedó en manos del arquitecto Carlos Glay. Los trabajos debieron suspenderse y recién en 1876 se reemprendió la obra, pero ahora de acuerdo con un nuevo proyecto del Ing. Eduardo Canstatt.
Fue sin duda una obra de gran magnitud para la época. Los adjetivos que fueron usados : “grandioso, suntuoso, vasto” y el mobiliario llamaba la atención por “su buen gusto y lujo”. “ Se veían allí familias de las más distinguidas de nuestra sociedad”- decía “La Nación” que como los demás concurrentes admiraban la organización y régimen interno de aquel palacio”.
El 1 de junio, la prensa montevideana difundió las tarifas para los pensionistas: en dormitorios individuales “y un sirviente para su cuidado”, los de primera clase, por $60 mensuales; los de segunda por $30 mensuales, dormían de a dos por cuatro; y de a cuatro por cuatro, los de la tercera por $15 mensuales.
En 1899 el arquitecto Jacobo Vázquez Varela edificó unos pabellones anexos para albergar nuevos servicios. En un exhaustivo informe presentado por el Dr. Luis Piñeyro del Campo a la Comisión Nacional de Caridad y Beneficencia Pública sobre sus establecimientos y servicios, en 1905, dedica una extensa información al “Manicomio Nacional”: “el más hermoso de los que dependían de la Comisión Nacional”.
Esta reforma contaba con talleres de escobería, canastería, zapatería, cigarrería, colchonería, sastrería, carpintería, herrería, pintura, albañilería y costura, en los que trabajaban 170 asilados hombres y 147 mujeres, a quienes se le estimulaba con pequeñas remuneraciones.
Por decreto del Poder Ejecutivo del 13 de febrero de 1911, que recogía una iniciativa del Dr. José Scosería, entonces director del Consejo de la Asistencia Pública, el “Manicomio Nacional” pasó a denominarse “Hospital Vilardebó”, en homenaje a las altas virtudes y relevantes méritos del ilustre médico e higienista uruguayo Teodoro Vilardebó.
Con el tiempo, el “Vilardebó” pasó a integrar los servicios de psiquiatría del Ministerio de Salud Pública, conjuntamente con las colonias “Dr. Bernardo Etchepare” y “Dr. Santín Carlos Rossi”.