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Prado

El Prado cuenta con una excepcional calidad de edificaciones de variadas épocas, jardinería y forestación. La riqueza de la avenida 19 de Abril y la bóveda de sus enormes plátanos, la arquitectura de notoria inspiración del gótico francés de la llamada iglesia de las Carmelitas, y también de la capilla Jackson en la zona de Atahualpa, son algunos ejemplos.

Antes de llamársele Prado se le llamó el Miguelete y también el Paso del Molino, y su historia está ligado a excursiones domingueras en busca descanso a la sombra de sus arboledas, a las reuniones sociales en las elegantes y pintorescos quintas y a las cabalgatas y el romance en los jardines.

Con el tiempo las huertas y chacras dejaron paso a los jardines y parques y en lugar de los rudos labradores de la primera época surgió el culto ciudadano y las animadas reuniones que hicieron del Miguelete el centro social más distinguido de Montevideo.

Para 1892 se encontraban ya villas o quintas grandes y elegantes, habilitadas en verano por las familias pudientes de Montevideo. En esa época se daban paseos clásicos del Montevideo elegante llamado “paseo a la legación argentina”, que se realizaban los jueves y domingos por la tarde. Las niñas de la alta sociedad capitalina paseaban por el prado acompañadas con sus madres, estos paseos tenían como centro el magnífico edificio de la ex embajada del país hermano.

El magnífico parque Prado fue obra de Don José de Buschental, cabellero español de origen judío, banquero, político y hombre de empresa, que llegó a Uruguay en la mitad del siglo XVIII después de una larga actuación en las cortes europeas.

En este lugar Buschental construyó un “manoir” de estilo renacimiento sobre la loma y una granja suiza sobre el río, y los rodeó de maravillosos jardines, parques y bosques.

Con sus prolongadas ausencias primero y la muerte después, la señorial posesión comenzó a arruinarse: los parques desaparecen, el palacio y la granja se desplomaron, los invernáculos se destruían y los puentes se derrumbaban. Pero antes de la debacle total, el Estado salvó el parque y tras adquirirlo lo transformó en el hermoso paseo público que hoy se llama El Prado.

Tras la muerte de Buschental ocurrida en Londres, en 1870, el Prado fue adquirido por Don Adolfo del Campo a efectos de convertirlo en el primer paseo público de Montevideo al que debía pagarse por visitarlo.