Constituye un ámbito público de especial calidad, con relevancia a escala de toda la ciudad. Al interés que presentan su topografía, su arquitectura y los parques adyacentes, se suma el aporte del arbolado: una hermosa bóveda vegetal de plátanos que unifica los tres tramos que la componen. Los primeros (de Suárez a Lugano y de ésta a Lucas Obes) presentan una de sus márgenes edificadas y la otra está constituida por el borde del Prado.
En la acera norte del primero, con pendiente hacia Lugano, se suceden la residencia presidencial y el Jardín Botánico. En la acera sur, viviendas de época y tipologías diversas, mayoritariamente extrovertidas con jardines frontales, ofrecen un respaldo edilicio cuyas diferencias de alineación y lenguaje aportan variedad y riqueza.
La situación se extiende al tramo siguiente, luego de la inflexión a partir de Lugano. La calle asciende y al cruzar Lucas Obes remata en un atractivo chalet estilo español, con la neogótica Iglesia de los Carmelitas detrás. Se mantiene la doble calidad de los bordes: a un lado, espacio público y, al otro, viviendas de variado carácter. A partir de Lucas Obes, surge un nuevo cambio en la dirección de la calle y se inicia un suave descenso hacia la avenida Agraciada. La calzada se hace más ancha y la edificación, ahora en ambas aceras, respalda en forma continua la arboleda, conservando su carácter heterogéneo. Los árboles y jardines, el ancho de calle y la suave pendiente se conjugan con la arquitectura, generando un ambiente plácido y evocador, que culmina con la visión majestuosa de la vieja quinta de Berro.